Solo por hoy soy compasivo con todos los seres vivientes

Las grafías de todas las religiones se basan en un entramado donde lo “celestial” y lo “terrenal” aparecen proyectados en cada instancia de nuestra existencia. Este precepto toma como punto de partida la esencial espiritual primordial que impregna todo lo que hubo, hay y habrá en el universo. El nombre que cada teología le da a esa instancia suprema es menos revelador que el núcleo incondicionado y supremo de la energía universal. Que no sólo sustenta la vida, sino también la danza de los planetas y los rituales infinitos del cosmos.



Si indagamos en profundidad los mandalas del budismo, o el árbol de la vida de la tradición judeo-cristiana, notamos que hay una confluencia sin par entre los conceptos de compasión, misericordia y piedad. La “bondad” es mucho más que “hacer el bien”. Consiste en no ensañarse con el débil y ayudarlo a crecer. Y consiste, también, en no someterse al poderoso y volverse un juguete de sus antojos.
De allí que el sol, la luz o el fuego aparezcan en todas las tradiciones como símbolo emblemático de la plenitud y la generosidad. En su expansión no hay prejuicios ni reservas. Ser benevolentes equivale a brindarnos sin depender de qué dirán o de lo que eventualmente recibiremos como respuesta. Reiki enseña que la práctica cabal de los otros cuatro preceptos conduce de modo sutil y gratificante a éste. Aprende a no enojarte y entonces serás capaz de expresar gratitud a todos los seres vivientes. Aprende a demostrar gratitud a todos los seres vivientes y descubrirás que la ira no puede emerger. Como expresar gratitud a todos los seres vivientes puede ser difícil de hacer inmediatamente, los primeros cuatro principios son pasos diseñados para conducirnos a un punto donde el quinto principio se vuelve fácil de practicar y de concretar.
La vida en las metrópolis no invita a la armonía. Todas las miserias humanas desfilan por las calles. El desorden material, emocional y psíquico dibuja zonas espantosas. Y al mismo tiempo, la contaminación del aire, los ruidos y la descomposición del paisaje inducen el desconsuelo (como impotencia) y a la indiferencia (como autodefensa)
El reikista sabe que utiliza un recurso que no excluye a nadie, que está al alcance de quien se proponga ejercerlo. No se entienda “bondad” como un acto tontuelo para que cualquiera pueda abusar de nosotros. Para ser bondadoso es preciso ser agradecido. Y “agradecer” es abandonar el desagrado, la injuria, el odio y la mentira. Es predisponerse a los estados de gracia.
Es preciso inventar modos irresistibles de la bondad: más allá de las palabras. Porque, como la luz, tiene un poder ilimitado de conmoción, revelación y comunión. El sol irradia luz sin ningún tipo de prejuicio y permite que todos los seres vivientes existan en este planeta. El principio nos enseña a hacer lo mismo.