Sólo por hoy no me enojo

La ira, el rencor, la hostilidad descomponen y finalmente destruyen todos los méritos que uno puede haber acumulado a lo largo de su vida. Este principio nos convoca a depurar en forma consciente tales sentimientos, mediante el enriquecimiento progresivo de nuestras tendencias más nobles.


Entre el disgusto moderado y la ira descontrolada que todo el mundo experimenta ante las diferentes contrariedades que se presentan en la vida diaria, hay matices de infinita variedad y calibre.

Es preciso indagar cuáles son los mecanismos que detonan la rabia, analizar cómo inciden en la distorsión de los procesos naturales del cuerpo y, finalmente, deducir las maneras de evitar que la furia domine nuestro comportamiento.

Cuando se llega a tener plena conciencia de las cosas, las palabras o las actitudes ajenas que pueden enojarnos, descubrimos de inmediato la manera de evitar que actúen en nosotros de modo distorsionante.

No se trata de ver cómo manejar la irritación sino de construir, paso a paso, un estado de impermeabilidad a la misma que te permita permanecer imperturbable en cualquier situación.

El “no enojarse” emana de una disciplina constante, no de una orden mental. Y no es algo que se practique en situaciones extremas, sino que constituye una manera de existir. El “sólo por hoy” indica que es un trayecto, algo que se va edificando día tras día, del mismo modo que crecen los sentimientos afectuosos o la sabiduría.

La introspección reflexiva, el cultivo del autocontrol basado en la meditación, y el desarrollo abierto de la compasión, constituyen algunas de las fuentes de una serenidad indistorsionable.

Cuando el doctor Usui dio forma a los preceptos Reiki, basado en las sabias orientaciones del emperador Meiji, propuso un estilo cotidiano de vida. Que consiste estrictamente en no volverse un eco de las desafinaciones circundantes.

La travesura de un hijo o la palabra hiriente de un vecino son situaciones inevitables del hecho de vivir. En menester prepararse con anterioridad al momento en que cosas así o similares impacten la propia sensibilidad. Reiki no es apenas el momento de canalizar conscientemente la energía vital universal, sino una manera de ser y estar en el mundo.

Desde el momento de levantarse hasta la hora de ir a dormir, e inclusive durante el sueño, es preciso serenar la mente. Ya sea meditando o mediante ejercicios respiratorios. Es como adquirir un ritmo, una fluctuación armónica de los sentidos humanos que ayuda a no caer en conflictos vanos.