Como docente, enseño lo que quisiera aprender. Quiero aprender simplemente a ser un instrumento, un medio para que la energía del amor universal se exprese, para hacer con mi tiempo de encarnación lo que al universo le sirva. Quiero formar personas más que alumnos. Personas comprometidas con su evolución personal, que es la evolución de la humanidad como un todo, plenamente conscientes de su responsabilidad como conductores de la energía sutil del universo hacia nuestro plano de existencia aquí en la tierra. Creo que el método de Reiki va más allá de las técnicas, más allá incluso de la sanación. Reiki ofrece una oportunidad única: La transformación espiritual personal o "satori", un camino de evolución permanente que todos podemos emprender sin distinciones de edad, credo, condición social o intelectual. Aprenderlo no es sólo tomar un curso, es acceder a una forma de vida que nos conecta con la sabiduría más profunda. Quien practica Reiki es alguien que, además de conocer el método, lo pone en práctica en la propia vida. Deseo recibir la energía de amor y transformación de Reiki en el estado más puro, sin interferencias ni condicionamientos. La armonización de un paciente no depende solamente de la técnica externa aplicada, sino fundamentalmente del estado interno del terapeuta. Cuando éste se encuentra plenamente atento al aquí y ahora del fluir de la energía, se produce un estado de armonía en él, en el otro y, por lo tanto, en el universo. Ese estado de unidad especial es imposible de definir con palabras, pero todo practicante de Reiki lo conoce perfectamente. Y es el que tratamos de llevar en todo momento, en todas las situaciones de la vida.
Como terapeuta, aplico lo que desearía recibir.
jueves, 23 de octubre de 2008
Mi visión del Reiki
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